DESPERTAR AL AMOR

domingo, 31 de mayo de 2015

31 MAYO: Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.

AUDIOLIBRO 

 

EJERCICIOS



Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.



1. Nadie puede juzgar basándose en pruebas parciales. 2Eso no es juzgar. 3Es simplemente una opinión basada en la ignorancia y en la duda. 4Su aparente certeza no es sino una capa con la que pre­tende ocultar la incertidumbre. 5Necesita una defensa irracional porque es irracional. 6Y la defensa que presenta parece ser muy sólida y convincente, y estar libre de toda duda debido a todas las dudas subyacentes.

2. No pareces poner en tela de juicio el mundo que ves. 2No cues­tionas realmente lo que te muestran los ojos del cuerpo. 3Tampoco te preguntas por qué crees en ello, a pesar de que hace mucho tiempo que te diste cuenta de que los sentidos engañan. 4El que creas lo que te muestran hasta el último detalle es todavía más extraño si te detienes a pensar con cuánta frecuencia su testimonio ha sido erróneo. 5¿Por qué confías en ellos tan ciegamente? 6¿No será por la duda subyacente que deseas ocultar tras un alarde de certeza?

3. ¿Cómo ibas a poder juzgar? 2Tus juicios se basan en el testimo­nio que te ofrecen los sentidos. 3No obstante, jamás hubo testi­monio más falso que ése. 4Mas ¿de qué otra manera excepto ésa, juzgas al mundo que ves? 5Tienes una fe ciega en lo que tus ojos y tus oídos te informan. 6Crees que lo que tus dedos tocan es real y que lo que encierran en su puño es la verdad. 7Esto es lo que entiendes, y lo que consideras más real que aquello de lo que da testimonio la eterna Voz que habla por Dios Mismo.

4. ¿A eso es a lo que llamas juzgar? 2Se te ha exhortado en muchas ocasiones a que te abstengas de juzgar, mas no porque sea un derecho que se te quiera negar. 3No puedes juzgar. 4Lo único que puedes hacer es creer en los juicios del ego, los cuales son todos falsos. 5El ego dirige tus sentidos celosamente, para probarte cuán débil eres, cuán indefenso y temeroso, cuán aprehensivo del justo castigo, cuán ennegrecido por el pecado y cuán miserable por razón de tu culpabilidad.

5. El ego te dice que esa cosa de la que él te habla, y que defende­ría a toda costa, es lo que tú eres. 2Y tú te lo crees sin ninguna sombra de duda. 3Mas debajo de todo ello yace oculta la duda de que él mismo no cree en lo que con tanta convicción te presenta como la realidad. 4Es únicamente a sí mismo a quien condena. 5Es en sí mismo donde ve culpabilidad. 6Es su propia desespera­ción lo que ve en ti.

6. No prestes oídos a su voz. 2Los testigos que te envía para pro­barte que su propia maldad es la tuya, y que hablan con certeza de lo que no saben, son falsos. 3Confías en ellos ciegamente por­que no quieres compartir las dudas que su amo y señor no puede eliminar por completo. 4Crees que dudar de sus vasallos es dudar de ti mismo.

7. Sin embargo, tienes que aprender a dudar de que las pruebas que ellos te presentan puedan despejar el camino que te lleva a reconocerte a ti mismo, y dejar que la Voz que habla por Dios sea el único juez de lo que es digno que tú creas. 2Él no te dirá que debes juzgar a tu hermano basándote en lo que tus ojos ven en él, ni en lo que la boca de su cuerpo le dice a tus oídos o en lo que el tacto de tus dedos te informa acerca de él. 3Él ignora todos esos testigos, los cuales no hacen sino dar falso testimonio del Hijo de Dios. 4Él reconoce sólo lo que Dios ama, y en la santa luz de lo que Él ve todos los sueños del ego con respecto a lo que tú eres se desvanecen ante el esplendor que Él contempla.

8. Deja que Él sea el Juez de lo que eres, pues en Su certeza la duda no tiene cabida, ya que descansa en una Certeza tan grande que ante Su faz dudar no tiene sentido. 2Cristo no puede dudar de Sí Mismo. 3La Voz que habla por Dios puede tan sólo honrarle y deleitarse en Su perfecta y eterna impecabilidad. 4Aquel a quien Él ha juzgado no puede sino reírse de la culpabilidad, al no estar dispuesto ya a seguir jugando con los juguetes del pecado, ni a hacerle caso a los testigos del cuerpo al encontrarse extático ante la santa faz de Cristo.

9. Así es como Él te juzga. 2Acepta Su Palabra con respecto a lo que eres, pues Él da testimonio de la belleza de tu creación y de la Mente Cuyo Pensamiento creó tu realidad. 3¿Qué importancia puede tener el cuerpo para Aquel que conoce la gloria del Padre y la del Hijo? 4¿Podrían acaso los murmullos del ego llegar hasta Él? 5¿Qué podría convencerle de que tus pecados son reales? 6Deja asimismo que Él sea el Juez de todo lo que parece acontecerte en este mundo. 7Sus lecciones te permitirán cerrar la brecha entre las ilusiones y la verdad.

10. Él eliminará todo vestigio de fe que hayas depositado en el dolor, los desastres, el sufrimiento y la pérdida. 2Él te concede una visión que puede ver más allá de estas sombrías apariencias y contemplar la dulce faz de Cristo en todas ellas. 3Ya no volverás a dudar de que lo único que te puede acontecer a ti a quien Dios ama, son cosas buenas, pues Él juzgará todos los acontecimientos y te enseñará la única lección que todos ellos encierran.

11. Él seleccionará los elementos en ellos que representan la ver­dad, e ignorará aquellos aspectos que sólo reflejan sueños fútiles. 2Y re-interpretará desde el único marco de referencia que tiene, el cual es absolutamente íntegro y seguro, todo lo que veas, todos los acontecimientos, circunstancias y sucesos que de una manera u otra parezcan afectarte. 3Y verás el amor que se encuentra más allá del odio, la inmutabilidad en medio del cambio, lo puro en el pecado y, sobre el mundo, únicamente la bendición del Cielo.

12. Tal es tu resurrección, pues tu vida no forma parte de nada de lo que ves. 2Tu vida tiene lugar más allá del cuerpo y del mundo, más allá de todos los testigos de lo profano, dentro de lo Santo, y es tan santa como Ello Mismo. 3En todo el mundo y en todas las cosas Su Voz no te hablará más que de tu Creador y de tu Ser, el Cual es uno con Él. 4Así es como verás la santa faz de Cristo en todo, y como oirás en ello el eco de la Voz de Dios.

13. Hoy practicaremos sin palabras, excepto al principio del perí­odo que pasamos con Dios. 2Introduciremos estos momentos con una repetición lenta del pensamiento con el que comienza el día. 3Después observaremos nuestros pensamientos, apelando silen­ciosamente a Aquel que ve los elementos que son verdad en ellos. 4Deja que Él evalúe todos los pensamientos que te vengan a la mente, que elimine de ellos los elementos de sueño y que te los devuelva en forma de ideas puras que no contradicen la Volun­tad de Dios.

14. Ofrécele tus pensamientos, y Él te los devolverá en forma de milagros que proclaman jubilosamente la plenitud y la felicidad que como prueba de Su Amor eterno Dios dispone para Su Hijo. 2Y a medida que cada pensamiento sea así transformado, asu­mirá el poder curativo de la Mente que vio la verdad en él y no se dejó engañar por lo que había sido añadido falsamente. 3Todo vestigio de fantasía ha desaparecido. 4Y lo que queda se unifica en un Pensamiento perfecto que ofrece su perfección por doquier.

15. Pasa así quince minutos al despertar, y dedica gustosamente quince más antes de irte a dormir. 2Tu ministerio dará comienzo cuando todos tus pensamientos hayan sido purificados. 3Así es como se te enseña a enseñarle al Hijo de Dios la santa lección de su santidad. 4Nadie puede dejar de escuchar cuando tú oyes la Voz que habla por Dios rendirle honor al Hijo de Dios. 5Y todos compartirán contigo los pensamientos que Él ha re-interpretado en tu mente.

16. Tal es tu Pascua. 2Y de esa manera depositas sobre el mundo la ofrenda de azucenas blancas como la nieve que reemplaza a los testigos del pecado y de la muerte. 3Mediante tu transfiguración el mundo se redime y se le libera jubilosamente de la culpabili­dad. 4Ahora elevamos nuestras mentes resurrectas llenos de gozo y agradecimiento hacia Aquel que nos restituyó la cordura.

17. Y recordaremos cada hora a Aquel que es la salvación y la liberación. 2Y según damos las gracias, el mundo se une a noso­tros y acepta felizmente nuestros santos pensamientos, que el Cielo ha corregido y purificado. 3Ahora por fin ha comenzado nuestro ministerio, para llevar alrededor del mundo las buenas nuevas de que en la verdad no hay ilusiones, y de que, por mediación nuestra, la paz de Dios les pertenece a todos.






sábado, 30 de mayo de 2015

30 MAYO: CUARTO REPASO: Repaso de lecciones 139 y 140

AUDIOLIBRO 

 

EJERCICIOS


Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.



(139) Aceptaré la Expiación para mí mismo.
(140) La salvación es lo único que cura.




viernes, 29 de mayo de 2015

29 MAYO: CUARTO REPASO: Repaso de lecciones 137 y 138

AUDIOLIBRO 

 

EJERCICIOS


Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.


(137) Cuando me curo no soy el único que se cura.
(138) El Cielo es la alternativa por la que me tengo que decidir. 




TEXTO



Capítulo 14

LAS ENSEÑANZAS EN FAVOR DE LA VERDAD



Introducción



1. Sí, en verdad eres bendito. 2Mas en este mundo no te das cuenta de ello. 3No obstante, tienes los medios para aprender que lo eres y verlo claramente. 4El Espíritu Santo usa la lógica con tanta facilidad y eficacia como lo hace el ego, salvo que Sus conclusiones no son dementes. 5Éstas toman una dirección diametralmente opuesta y apuntan tan claramente hacia el Cielo como el ego apunta hacia las tinieblas y la muerte. 6Hemos examinado gran parte de la lógica del ego y hemos visto sus conclusiones lógicas. 7Y habiéndolas visto, nos hemos dado cuenta de que tales conclu­siones no se pueden ver excepto en ilusiones, pues sólo ahí parece verse claramente su aparente claridad. 8Démosles la espalda ahora y sigamos la simple lógica que el Espíritu Santo utiliza para enseñar las sencillas conclusiones que hablan en favor de la ver­dad y sólo de la verdad.



I. Las condiciones del aprendizaje

 

1. Si eres bendito y no lo sabes, necesitas aprender que cierta­mente lo eres. 2El conocimiento no es algo que se pueda enseñar, pero sus condiciones se tienen que adquirir, pues eso fue lo que desechaste. 3Puedes aprender a bendecir; pero no puedes dar lo que no tienes. 4Por lo tanto, si ofreces una bendición, primero te tiene que haber llegado a ti. 5Y tienes también que haberla aceptado como tuya, pues, de lo contrario, ¿cómo podrías darla? 6Por eso es por lo que los milagros dan testimonio de que eres bendito. 7Si perdonas completamente es porque has abandonado la culpa­bilidad, al haber aceptado la Expiación y haberte dado cuenta de que eres inocente. 8¿Cómo ibas a percatarte de lo que se ha hecho por ti, sin tú saberlo, a menos que hicieses lo que no podrías sino hacer si se hubiese hecho por ti?

2. En un mundo nacido de la negación y carente de dirección se necesitan pruebas indirectas de la verdad. 2Percibirás la necesidad de esto si te das cuenta de que la negación es la decisión de no querer saber. 3La lógica del mundo, por lo tanto, no puede sino conducir a la nada, pues su meta es la nada. 4Si decides ser tan sólo un sueño y no tener ni dar nada más que eso, te verás obligado a dirigir tus pensamientos hacia el olvido total. 5Pero si lo eres todo y eso es lo que tienes y lo que das, y aun así lo niegas, es porque tu sistema de pensamiento se ha desconectado total­mente de la verdad y se ha separado de ella. 6Éste es un mundo demente y no debes subestimar la magnitud de su demencia. 7No hay ninguna área de tu percepción que no se haya visto afectada, y tu sueño es sagrado para ti. 8Por eso es por lo que Dios puso al Espíritu Santo en ti, allí donde tú pusiste el sueño. 

3. La vista se dirige siempre hacia el exterior. 2Si no tuvieses más pensamientos que los tuyos propios, el sistema de pensamiento que engendraste sería eternamente tenebroso. 3Los pensamientos que la mente del Hijo de Dios proyecta o extiende disponen de todo el poder que él les confiere. 4Los pensamientos que comparte con Dios están más allá de sus creencias, pero los que conci­bió por su cuenta son sus propias creencias. 5Y son éstas, y no la verdad, las que él ha elegido defender y amar. 6Al Hijo de Dios no se le despojará de sus creencias. 7Pero él puede renunciar a ellas, pues la Fuente para desvanecerlas mora en él. 8No hay nada en el mundo que pueda enseñarle que la lógica del mundo es totalmente demente y que no lleva a ninguna parte. 9Pero en él, que "ideó" esa lógica demente, mora Uno que sabe que dicha lógica no lleva a ninguna parte, pues Él lo sabe todo.

4. Cualquier dirección que conduzca a donde el Espíritu Santo no te conduce no lleva a ninguna parte. 2Cualquier cosa que nie­gues que el Espíritu Santo sepa que es verdad, te la estás negando a ti mismo, y Él tiene que enseñarte, por lo tanto, a no negarla. 3El proceso de des-hacimiento es indirecto, tal como lo es el de fabri­car. 4Fuiste creado, sólo para crear, no para ver ni para fabricar nada. 5Éstas no son sino expresiones indirectas de la voluntad de vivir, que ha sido obstaculizada por el caprichoso y profano deseo de morir y matar, el cual tu Padre no comparte contigo. 6Te has .impuesto a ti mismo la tarea de compartir lo que no se puede compartir. 7Y mientras sigas pensando que puedes aprender a hacerlo, no creerás todo lo que sí se puede aprender a hacer.

5. El Espíritu Santo, por lo tanto, tiene que comenzar Sus enseñan­zas mostrándote lo que nunca podrás aprender. 2Su mensaje no es indirecto, pero Él tiene que introducir la simple verdad en un sis­tema de pensamiento que se ha vuelto tan distorsionado y tan complejo, que no puedes ni darte cuenta de que no significa nada. 3Él simplemente contempla sus cimientos y los descarta. 4Pero tú que no puedes deshacer lo que hiciste, ni escaparte de la pesada carga de embotamiento que ocupa tu mente, no puedes ver más allá de tu propio sistema de pensamiento. 5Éste te engaña porque elegiste engañarte a ti mismo. 6Los que eligen dejarse engañar, simplemente atacarán los enfoques directos porque éstos parecen poder adentrarse en el engaño y socavarlo.

jueves, 28 de mayo de 2015

28 MAYO:ñ CUARTO REPASO: Repaso de lecciones 135 y 136

AUDIOLIBRO 

 

EJERCICIOS


Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.


(135) Si me defiendo he sido atacado.
(136) La enfermedad es una defensa contra la verdad.





TEXTO


Xl. La paz del Cielo

 

1. Las mejores alternativas que el ego ofrece para contrarrestar lo que se percibe como la ruda intromisión de la culpabilidad en la paz son: el olvido, el sueño y la muerte. 2Aun así, nadie piensa que está en conflicto y abatido por una guerra cruel, a menos que crea que ambos contendientes son reales: 3Al creerlo, se ve obli­gado a escapar, pues una guerra así pondría fin a su paz mental y, por lo tanto, lo destruiría. 4Mas sólo con que se diese cuenta de que la guerra es entre un poder real y uno irreal, podría mirar en su interior y ver su libertad. 5Nadie pensaría estar abatido y ator­mentado por interminables batallas si él mismo percibiese que no tienen absolutamente ningún significado.

2. No es la Voluntad de Dios que Su Hijo viva en estado de guerra. 2Por lo tanto, el imaginado "enemigo" que Su Hijo cree tener es totalmente irreal. 3No estás sino tratando de escapar de una guerra encarnizada de la que ya te has escapado. 4La guerra ya terminó, pues has oído el himno de la libertad elevarse hasta el Cielo. 5Grande es la dicha y el regocijo de Dios por tu liberación porque tú no creaste la libertad. 6Mas de la misma manera en que no creaste la libertad, tampoco creaste una guerra que pudiese poner en peligro dicha libertad. 7Nada destructivo ha existido nunca ni existirá jamás. 8La guerra, la culpabilidad y el pasado desaparecieron al unísono en la irrealidad de donde vinieron.  

3. Cuando todos estemos unidos en el Cielo, no valorarás nada de lo que valoras aquí. 2Pues nada de lo que valoras aquí lo valoras completamente, y, por lo tanto, no lo valoras en absoluto. 3Sólo aquello a lo que Dios otorgó valor tiene valor, y el valor de lo que Dios aprecia no es susceptible de ser juzgado, pues ya se fijó. 4Su valor es absoluto. 5Las únicas alternativas que tienes ante ti son apreciarlo o no. 6Valorarlo parcialmente significa que se desconoce su valor. 7En el Cielo está todo lo que Dios valora. 8Allí nada es, ambiguo. 9Todo es claro y luminoso, y suscita una sola res­puesta. 10En el Cielo no hay tinieblas ni contrastes. 11Nada varía 12ni sufre interrupción alguna. 13Lo único que se experimenta es una sensación de paz tan profunda que ningún sueño de este mundo ha podido jamás proporcionarte ni siquiera el más leve indicio de lo que dicha paz es. 

4. No hay nada en este mundo que pueda brindarte semejante paz porque no hay nada en este mundo que se comparta totalmente. 2La percepción perfecta tan sólo puede mostrarte lo que se puede compartir plenamente. 3Puede mostrarte asimismo lo que resulta de ese compartir, mientras todavía tengas presente los resultados de no compartir. 4El Espíritu Santo señala calladamente el con­traste sabiendo que, en última instancia, dejarás que Él juzgue por ti la diferencia, permitiéndole que te muestre cuál de las dos alternativas es cierta. 5Tiene perfecta fe en tu juicio final, porque sabe que es Él Quien lo emitirá por ti. 6Dudar de eso sería dudar de que Él vaya a llevar a cabo Su misión. 7Mas ¿cómo iba a ser posible eso cuando Su misión es de Dios?

5. Tú, cuya mente está ensombrecida por las dudas y la culpabili­dad, recuerda esto: Dios te dio el Espíritu Santo a Quien le enco­mendó la misión de eliminar toda duda y todo vestigio de culpabilidad que Su amado Hijo jamás se hubiese echado encima. 2Su misión no puede fracasar, pues nada puede impedir el logro de lo que Dios ha dispuesto que se logre. 3La Voluntad de Dios se hace sean cuales fueren tus reacciones a la Voz del Espíritu Santo, sea cual fuere la voz que elijas escuchar y 4sea cuales fueren los extraños pensamientos que te asalten. 5Encontrarás la paz en la que Dios te ha establecido porque Él no cambia de parecer. 6Él es tan estable, como la paz en la que moras, la cual el Espíritu Santo te recuerda.

6. En el Cielo no recordarás cambios ni variaciones. 2Sólo aquí tienes necesidad de contrastes. 3Los contrastes y las diferencias son recursos de aprendizaje necesarios, pues gracias a ellos apren­des lo que debes evitar y lo que debes procurar. 4Cuando hayas aprendido eso, encontrarás la respuesta que elimina la necesidad de las diferencias. 5La verdad viene por su cuenta a encontrarse consigo misma. 6Cuando hayas aprendido que tú le perteneces a la verdad, ésta vendrá hasta ti quedamente sin diferencias de nin­guna clase, 7pues no necesitarás ningún contraste que te ayude a comprender que eso, y sólo eso es lo que quieres. 8No temas que el Espíritu Santo vaya a fracasar en la misión que tu Padre le ha encomendado. 9La Voluntad de Dios no fracasa en nada.

7. Ten fe únicamente en lo que sigue a continuación, y ello será suficiente: la Voluntad de Dios es que estés en el Cielo, y no hay nada que te pueda privar del Cielo o que pueda privar al Cielo de tu presencia. 2Ni tus percepciones falsas más absurdas, ni tus ima­ginaciones más extrañas ni tus pesadillas más aterradoras significan nada. 3No prevalecerán contra la paz que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti. 4El Espíritu Santo restaurará tu cordura por­que la demencia no es la Voluntad de Dios. 5Si eso es suficiente para el Espíritu Santo, también es suficiente para ti. 6No conservarás lo que Dios desea que se elimine porque eso interrumpe Su comunicación contigo, que es con quien Él quiere comunicarse. 7Su Voz se oirá. 

8. El nexo de comunicación que Dios Mismo colocó dentro de ti y que une tu mente con la Suya, no puede ser destruido. 2Tal vez creas que ése es tu deseo, y esa creencia ciertamente interfiere en la profunda paz en la que se conoce la dulce y constante comuni­cación que Dios desea mantener contigo. 3Sus canales de extensión, no obstante, no pueden cerrarse del todo o separarse de Él. 4Gozarás de paz porque Su paz fluye todavía hacia ti desde Aquel Cuya Voluntad es la paz. 5Dispones de ella en este mismo ins­tante. 6El Espíritu Santo te enseñará a usarla, y al extenderla, sabrás que se encuentra en ti. 7Dios dispuso que el Cielo fuese tuyo, y nunca dispondrá nada más para ti. 8Lo único que el Espí­ritu Santo conoce es la Voluntad de Dios. 9Es imposible que no alcances el Cielo, pues Dios es algo seguro, y lo que Su Voluntad dispone es tan seguro como Él.

9. Aprenderás lo que es la salvación porque aprenderás a salvar. 2Es imposible que te puedas excluir de lo que el Espíritu Santo quiere enseñarte. 3La salvación es algo tan seguro como Dios. 4La certeza de Dios es suficiente. 5Date cuenta de que incluso la más tenebrosa pesadilla que perturba la mente del Hijo durmiente de Dios no tiene poder alguno sobre él. 6Él aprenderá la lección del despertar. 7Dios vela por él y la luz le rodea.

10. ¿Cómo iba a poder el Hijo de Dios perderse en sueños, cuando Dios ha puesto dentro de él la jubilosa llamada a despertar y a ser feliz? 2Él no se puede separar de lo que está en él. 3Su sueño no podrá resistir la llamada a despertar. 4Es tan seguro que la misión de la redención se cumplirá como que la creación permanecerá inmutable por toda la eternidad. 5No tienes que saber que el Cielo es tuyo para que lo sea. 6Lo es. 7Mas para saberlo; tienes que aceptar que la Voluntad de Dios es tu voluntad.

11. El Espíritu Santo deshará por ti todo lo que has aprendido que enseña que lo que no es verdad tiene que ser reconciliado con la verdad. 2Esta es la reconciliación con la que el ego quisiera sus­tituir tu reconciliación con la cordura y con la paz. 3El Espíritu Santo tiene pensado para ti un tipo de reconciliación muy dife­rente, y lo pondrá en práctica tan inexorablemente como que al ego le será imposible poner en práctica lo que él se propone. 4El fracaso es cosa del ego, no de Dios: 5No puedes alejarte de Él y es imposible que el plan que el Espíritu Santo le ofrece a todo el mundo para la salvación de todos, no sea perfectamente consu­mado. 6Serás liberado, y no recordarás nada de lo que fabricaste, salvo lo que fue creado para ti, y a su vez por ti. 7Pues, ¿cómo podrías recordar lo que nunca fue verdad, o no recordar lo que siempre lo fue? 8En esta reconciliación con la verdad, y sólo con la verdad, radica la paz del Cielo
 


miércoles, 27 de mayo de 2015

27 MAYO: CUARTO REPASO: Repaso de lecciones 133 y 134

AUDIOLIBRO 

 

EJERCICIOS


Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.



(133) No le daré ningún valor a lo que no lo tiene.
(134) Permítaseme poder percibir el perdón tal como es. 




TEXTO


X. Tu liberación de la culpabilidad

 

 

1. Estás acostumbrado a la noción de que la mente puede ver la fuente del dolor donde ésta no está. 2El  dudoso servicio de tal desplazamiento es ocultar la verdadera fuente de la culpabilidad y mantener fuera de tu conciencia la percepción plena del que dicha noción es demente. 3El desplazamiento siempre se perpetúa mediante la ilusión de que la fuente de la culpabilidad, de la cual se desvía la atención, tiene que ser verdad, y no puede sino ser temible, o, de lo contrario, no habrías desplazado la culpabilidad hacia lo que creíste que era menos temible. 4Estás dispuesto, por consiguiente, a mirar a toda clase de "fuentes", siempre y cuando no sea la fuente que yace más adentro con la que no guardan relación alguna.

2. Las .ideas dementes no guardan ninguna relación real, pues por eso es por lo que son dementes. 2Ninguna relación real puede estar basada en la culpabilidad ni contener una sola mancha de culpabilidad que mancille su pureza. 3Pues todas las relaciones en las que la culpabilidad ha dejado impresa su huella se usan únicamente para evitar a la  persona y evadir la culpabilidad. 4¡Qué relaciones tan extrañas has entablado para apoyar este extraño propósito! 5Y te olvidaste de que las relaciones reales son santas, y de que no te puedes valer de ellas en absoluto. 6Son para el uso exclusivo del Espíritu Santo, y esto es lo que hace que sean puras. 7Si descargas tu culpabilidad sobre ellas, el Espíritu Santo no puede entonces usarlas. 8Pues al apropiarte para tus propios fines de lo que deberías haberle entregado a Él, Él no podrá valerse de ello para liberarte. 9Nadie que en cualquier forma que sea quiera unirse a otro para salvarse él solo, hallará la salvación en esa extraña relación. 10No es una relación que se comparta, y, por consiguiente, no es real.

3.  En cualquier unión con un hermano en la que procures descar­gar tu culpabilidad sobre él, compartirla con él o percibir su culpabilidad, te sentirás culpable. 2No hallarás tampoco satisfacción ni paz con él porque tu unión con él no es real. 3Verás culpabilidad en esa relación porque tú mismo la sembraste en ella. 4Es inevita­ble que quienes experimentan culpabilidad traten de desplazarla, pues creen en ella. 5Sin embargo, aunque sufren, no buscan la causa de su sufrimiento dentro de sí mismos para así poder aban­donarla. 6No pueden saber que aman, ni pueden entender lo que es amar. 7Su mayor preocupación es percibir la fuente de la culpabilidad fuera de sí mismos, más allá de su propio control.

4. Cuando mantienes que eres culpable, pero que la fuente de tu culpabilidad reside en el pasado, no estás mirando en tu interior. 2El pasado no se encuentra en ti. 3Las extrañas ideas que asocias con él no tienen sentido en el presente. 4Dejas, no obstante, que se interpongan entre tú y tus hermanos, con quienes no entablas ver­daderas relaciones en absoluto. 5¿Cómo puedes esperar valerte de tus hermanos como un medio para solventar el pasado y al mismo tiempo verlos tal como realmente son?. 6Aquellos que se valen de sus hermanos para resolver problemas que no existen no pueden encontrar la salvación. 7No la quisiste en el pasado. 8¿Cómo pue­des esperar encontrarla ahora si impones tus vanos deseos en el presente?

5. Resuélvete, por consiguiente, a dejar de ser como has sido. 2No te valgas de ninguna relación para aferrarte al pasado, sino que vuelve a nacer cada día con cada una de ellas. 3Un minuto, o incluso menos, será suficiente para que te liberes del pasado y le entregues tu mente a la Expiación en paz. 4Cuando les puedas dar la bienvenida a todos, tal como quisieras que tu Padre te la diese a ti, dejarás de ver culpabilidad en ti mismo. 5Pues habrás aceptado la Expiación, la cual seguía refulgiendo en tu interior mientras soñabas con la culpabilidad, si bien no la veías porque no buscabas dentro de ti.

6. Mientras de algún modo creas que está justificado considerar a otro culpable, independientemente de lo que haya hecho, no bus­carás dentro de ti, donde siempre encontrarías la Expiación. 2A la culpabilidad no le llegará su fin mientras creas que está justifi­cada. 3Tienes que aprender, por lo tanto, que la culpabilidad es siempre demente y que no tiene razón de ser. 4El propósito del Espíritu Santo no es desvanecer la realidad. 5Si la culpabilidad fuese real, la Expiación no existiría. 6El propósito de la Expiación es desvanecer las ilusiones, no considerarlas reales y luego per­donarlas.

7. El Espíritu Santo no conserva ilusiones en tu mente a fin de atemorizarte, ni te las enseña con miedo para mostrarte de lo que te ha salvado. 2Eso de lo. que te ha salvado ha desaparecido. 3No le otorgues realidad a la culpabilidad ni veas razón alguna que la justifique. 4El Espíritu Santo hace lo que Dios quiere que haga, y eso es lo que siempre ha hecho. 5Ha visto la separación, pero sólo conoce la unión. 6Enseña a sanar, pero sabe también lo que es la creación. 7El Espíritu Santo quiere que veas y enseñes tal como Él lo hace, y a través de Él. 8No obstante, lo que Él sabe tú lo desco­noces aunque es tuyo.

8. Ahora se te concede poder sanar y enseñar, para dar lugar a lo que algún día será ahora, 2pero que de momento aún no lo es. 3El Hijo de Dios cree estar perdido en la culpabilidad, solo en un mundo tenebroso donde el dolor le acosa por todas partes desde el exterior. 4Cuando haya .mirado en su interior y haya visto la radiante luz que allí se encuentra, recordará cuánto lo ama su Padre. 5Y le parecerá increíble que jamás hubiese podido pensar que su Padre no le amaba y que lo condenaba. 6En el momento en que te des cuenta de que la culpabilidad es una locura totalmente injustificada y sin ninguna razón de ser, no tendrás miedo de contemplar la Expiación y de aceptarla totalmente.

9. Tú que has sido despiadado contigo mismo, no recuerdas el Amor de tu Padre. 2Y al contemplar a tus hermanos sin piedad, no recuerdas cuánto Lo amas. 3Tu amor por Él, no obstante, es por siempre verdadero. 4La perfecta pureza en la que fuiste creado se encuentra dentro de ti en paz radiante. 5No temas mirar a la excelsa verdad que mora en ti. 6Mira a través de la nube de culpa­bilidad que empaña tu visión, más allá de la oscuridad, hasta el santo lugar donde verás la luz. 7El altar de tu Padre es tan puro como Aquel que lo elevó hasta Sí Mismo. 8 Nada puede impedir que veas lo que Cristo. quiere que veas. 9Su Voluntad es como la de Su Padre, y Él es misericordioso con todas las criaturas de Dios, tal como quisiera que tú lo fueses.

10. Libera a otros de la culpabilidad tal como tú quisieras ser libe­rado. 2Ésa es la única manera de mirar en tu interior y ver la luz del amor refulgiendo con la misma constancia y certeza con la que Dios Mismo ha amado siempre a Su Hijo. 3Y con la que Su Hijo lo ama a Él. 4En el amor no hay cabida para el miedo, pues el amor es inocente. 5No hay razón alguna para que tú, que siempre has amado a tu Padre, tengas miedo de mirar en tu interior y ver tu santidad. 6Tú no puedes ser como has creído ser. 7Tu culpabili­dad no tiene razón de ser porque no está en la Mente de Dios, donde tú estás. 8Y ésta es la sensatez que el Espíritu Santo quiere restituirte. 9Él sólo desea desvanecer tus ilusiones. 10Pero quiere que veas todo lo demás. 11Y en la visión de Cristo te mostrará la perfecta pureza que se encuentra por siempre dentro del Hijo de Dios.

11. No puedes entablar ninguna relación real con ninguno de los Hijos de Dios a menos que los ames a todos, y que los ames por igual. 2El amor no hace excepciones. 3Si otorgas tu amor a una sola parte de la Filiación exclusivamente, estarás sembrando culpabilidad en todas tus relaciones y haciendo que sean irreales. 4Sólo puedes amar tal como Dios ama. 5No intentes amar de forma diferente de como Él lo hace, pues no hay amor aparte del Suyo. 6Hasta que no reconozcas que esto es verdad, no tendrás idea de lo que es el amor. 7Nadie que condena a un hermano puede considerarse inocente o que mora en la paz de Dios. 8Si es inocente y está en paz, pero no lo ve, se está engañando, y ello significa que no se ha contemplado a sí mismo. 9A él le digo:

10Contempla al Hijo de Dios, observa su pureza y per­manece muy quedo. 11Contempla serenamente su san­tidad, y dale gracias a su Padre por el hecho de que la culpabilidad jamás haya dejado huella alguna en él.

12. Ni una sola de las ilusiones que has albergado contra él ha mancillado en forma alguna su inocencia: 2Su radiante pureza, que no se ve afectada en modo alguno por la culpabilidad y es completamente amorosa, brilla dentro de ti. 3Contemplémosle juntos y amémosle, 4pues en tu amor por él radica tu inocencia. 5Y sólo con que te contemples a ti mismo, la alegría y el aprecio que sentirás por lo que veas erradicará la culpabilidad para siem­pre. 6Gracias, Padre, por la pureza de Tu santísimo Hijo, a quien creaste libre de toda culpa para siempre.

13. Al igual que tú, yo deposito mi fe y mi creencia en lo que tengo en gran estima. 2La diferencia es que yo amo solamente lo que Dios ama conmigo, y por esa razón el valor que te otorgo transciende el valor que tú te has atribuido a ti mismo, y es incluso igual que el valor que Dios Mismo te otorgó. 3Amo todo lo que Él creó y le ofrezco toda mi fe y todo el poder de mi creencia. 4Mi fe en ti es tan inquebrantable como el amor que le profeso a mi Padre. 5Mi confianza en ti es ilimitada, y está desprovista del temor de que tú no me oigas. 6Doy gracias al Padre por tu hermosura, y por los muchos dones que me permitirás ofrecerle al Reino en honor de su plenitud, que es la de Dios.

14. Alabado seas tú que haces que el Padre sea uno con Su Propio Hijo. 2Por separado, no somos nada, pero unidos, brillamos con un fulgor tan intenso que ninguno de nosotros por sí solo podría ni siquiera concebir. 3Ante el glorioso esplendor del Reino la cul­pabilidad se desvanece, y habiéndose transformado en bondad ya nunca volverá a ser lo que antes fue. 4Cada reacción que expe­rimentes estará tan purificada que será digna de ser ofrecida como un himno de alabanza a tu Padre. 5Ve en lo que Él ha creado únicamente una alabanza a Él, pues Él nunca cesará de alabarte a ti. 6Nos hallamos unidos en esta alabanza ante las puertas del Cielo donde sin duda habremos de entrar debido a nuestra ino­cencia. 7Dios te ama. 8¿Cómo iba a poder yo, entonces, no tener fe en ti y amarlo a Él perfectamente?

martes, 26 de mayo de 2015

26 MAYO: CUARTO REPASO: Repaso de lecciones 131 y 132

AUDIOLIBRO 

 

EJERCICIOS


Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.



(131) Nadie que realmente se proponga alcanzar la verdad puede fracasar.
(132) Libero al mundo de todo lo que jamás pensé que era. 



TEXTO

IX. La nube de culpabilidad

 

1. La culpabilidad sigue siendo lo único que oculta al Padre, pues la culpabilidad es el ataque que se comete contra Su Hijo. 2Los que se sienten culpables siempre condenan, y una vez que han conde­nado lo siguen haciendo, vinculando el futuro al pasado tal como estipula la ley del ego. 3Guardarle fidelidad a esta ley impide el paso de la luz, pues exige que se le guarde fidelidad a la oscuri­dad y prohíbe el despertar. 4Las leyes del ego son estrictas y cual­quier violación se castiga severamente. 5Por lo tanto, no obedezcas sus leyes, pues son las leyes del castigo. 6Y aquellos que las acatan creen que son culpables y, por lo tanto, no pueden sino condenar. 7Las leyes de Dios tienen que intervenir entre el futuro y el pasado para que puedas liberarte: 8La Expiación se alza entre ellos, como una lámpara que resplandece con tal fulgor, que la cadena de os­curidad a la que te ataste a ti mismo desaparece.

2. Librarse uno de la culpabilidad es lo que deshace completa­mente al ego. 2No hagas de nadie un ser temible, pues su culpabilidad es la tuya, .y al obedecer las severas órdenes del ego, atraerás su condena sobre ti mismo y no podrás escapar del castigo que él inflige a los que las obedecen. 3El ego premia la fidelidad que se le guarda con dolor, pues tener fe en él es dolor. 4Y la fe sólo se puede recompensar en función de la creencia en la que se depositó. 5La fe le infunde poder a la creencia, y dónde se deposita dicha fe es lo que determina la recompensa, 6pues la fe siempre se deposita en lo que se valora, y lo que valoras se te devuelve.

3. El mundo te puede dar únicamente lo que tú le diste, pues al no ser otra cosa que tu propia proyección, no tiene ningún signi­ficado aparte del que tú viste en él, y en el que depositaste tu fe. 2Sé fiel a la oscuridad y no podrás ver porque tu fe será recom­pensada tal corno la diste. 3Aceptarás tu tesoro, y si depositas tu fe en el pasado, el futuro será igual. 4Cualquier cosa que tienes en gran estima la consideras tuya. 5El poder que le otorgas al atri­buirle valor hace que sea así.

4. La Expiación conlleva una re-evaluación de todo lo que tienes en gran estima, pues es el medio a través del cual el Espíritu Santo puede separar lo falso de lo verdadero, lo cual has acep­tado en tu mente sin hacer ninguna distinción entre ambos. 2No puedes, por lo tanto, valorar lo uno sin lo otro, y la culpabilidad se ha convertido en algo tan real para ti cómo la inocencia. 3Tú no crees que el Hijo de Dios es inocente porque ves el pasado, pero no lo ves a él. 4Cuando condenas a un hermano estás diciendo: "Yo que soy culpable elijo seguir siéndolo". 5Has negado su liber­tad, y al hacer eso, has negado el testigo de la tuya. 6Con igual facilidad podías haberlo liberado del pasado y haber eliminado de su mente la nube de culpabilidad que lo encadena a él. 7Y en su libertad habrías encontrado la tuya.

5. No lo condenes por su culpabilidad, pues su culpabilidad reside en el pensamiento secreto de que él te ha hecho lo mismo a ti. 2¿Le enseñarías entonces que su desvarío, es real? 3La idea de que el inocente Hijo de Dios puede atacarse a sí mismo y decla­rarse culpable es una locura. 4No creas esto de nadie, en ninguna forma, 5pues la condenación y el pecado son lo mismo, y creer en uno es tener fe en el otro, lo cual invita al castigo en lugar de al amor. 6Nada puede justificar la demencia, y pedir que se te casti­gue no puede sino ser una locura.

6. Por consiguiente, no consideres a nadie culpable y te estarás afirmando a ti mismo la verdad de tu inocencia. 2Cada vez que condenas al Hijo de Dios te convences a ti mismo de tu propia culpabilidad. 3Si quieres que el Espíritu Santo te libere de ella, acepta Su oferta de Expiación para todos tus hermanos. 4Pues así es como aprendes que es verdad para ti. 5Nunca te olvides de que es imposible condenar al Hijo de Dios parcialmente. 6Los que consideras culpables se convierten en los testigos de tu culpabilidad, y es en ti donde la verás, pues estará ahí hasta que sea des-hecha. 7La culpabilidad se encuentra siempre en tu mente, la cual se ha condenado a sí misma. 8No sigas proyectando culpabilidad, pues mientras lo hagas no podrá ser deshecha. 9Cada vez que liberas a un hermano de su culpabilidad, grande es el júbilo en el Cielo, donde los testigos de tu paternidad se regocijan.

7. La culpabilidad te ciega, pues no podrás ver la luz mientras sigas viendo una sola mancha de culpabilidad dentro de ti. 2Y al proyectarla, el mundo te parecerá tenebroso y estar envuelto en ella. 3Arrojas un oscuro velo sobre él, y así no lo puedes ver porque no puedes mirar en tu interior. 4Tienes miedo de lo que verías, pero lo que temes ver no está ahí. 5Aquello de lo que tienes miedo ha desaparecido. 6Si mirases en tu interior, verías solamente la Expiación, resplandeciendo serenamente y en paz sobre el altar a tu Padre.

8. No tengas miedo de mirar en tu interior. 2El ego te dice que lo único que hay dentro de ti es la negrura de la culpabilidad, y te exhorta a que no mires. 3En lugar de eso, te insta a que contemples a tus hermanos y veas la culpabilidad en ellos. 4Mas no puedes hacer eso sin condenarte a seguir estando ciego, 5pues aquellos que ven a sus hermanos en las tinieblas, y los declaran culpables en las tinieblas en las que los envuelven, tienen demasiado miedo de mirar a la luz interna. 6Dentro de ti no se encuentra lo que crees que está ahí, y en lo que has depositado tu fe. 7Dentro de ti está la santa señal de la perfecta fe que tu Padre tiene en ti. 8Tu Padre no te evalúa como tú te evalúas a ti mismo. 9Él se conoce a Sí Mismo, y conoce la verdad que mora en ti. 10Sabe que no hay diferencia alguna entre Él y dicha verdad, pues Él no sabe de diferencias.¿Puedes acaso ver culpabilidad allí donde Dios sabe que hay perfecta inocencia? 12Puedes negar Su conocimiento, pero no lo puedes alterar. 13Contempla, pues, la luz que Él puso dentro de ti, y date cuenta de que lo que temías encontrar ahí, ha sido reempla­zado por el amor.

lunes, 25 de mayo de 2015

25 MAYO: CUARTO REPASO: Repaso de lecciones 129 y 130

AUDIOLIBRO 

 

EJERCICIOS


Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.



(129) Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.
(130) Es imposible ver dos mundos.






TEXTO

VIII. De la percepción al conocimiento

 

1. Toda curación es una liberación del pasado. 2Por eso es por lo que el Espíritu Santo es el único Sanador. 3Él enseña que el pasado no existe, hecho éste que pertenece a la esfera del conocimiento, y que, por lo tanto, es imposible que nadie en el mundo sepa. 4Sería ciertamente imposible permanecer en el mundo gozando de tal conocimiento. 5Pues la mente que sabe eso a ciencia cierta, sabe también que vive en la eternidad, y no utiliza la percepción en absoluto. 6Por lo tanto, no se detiene a pensar dónde está, ya que el concepto "dónde" no significa nada para ella. 7Sabe que está en todas partes, de la misma manera en que lo tiene todo, y para siempre.

2. La diferencia palpable que existe entre la percepción y el conocimiento resulta muy evidente si consideras esto: no hay nada  parcial con respecto al conocimiento. 2Cada uno de sus aspectos es total, y, por lo tanto, ningún aspecto está separado de otro. 3Tú eres un aspecto del conocimiento, al estar en la Mente de Dios, Quien te conoce. 4Todo conocimiento te pertenece, pues en ti reside todo conocimiento. 5La percepción, aun en su expresión más elevada, nunca es completa. 6lncluso la percepción del Espí­ritu Santo -la más perfecta que puede haber- no tiene signifi­cado en el Cielo. 7La percepción puede extenderse a todas partes bajo Su dirección, pues la visión de Cristo contempla todo en la luz. 8Pero no hay percepción; por muy santa que sea, que perdure eternamente.

3. La percepción perfecta pues, tiene muchos elementos en común con el conocimiento, haciendo que sea posible su transfe­rencia él. 2El último paso, no obstante, lo tiene que dar Dios porque el último paso de tu redención, que parece estar en el futuro, Dios lo dio ya en tu creación. 3La separación no ha inte­rrumpido la creación. 4La creación no puede ser interrumpida. 5La separación no es más que una formulación equivocada de la realidad que no tiene consecuencia alguna. 6El milagro, que no tiene  ninguna función en el Cielo, es  necesario aquí. 7Todavía pueden verse aspectos de la realidad, los cuales reemplazarán a aspectos de la irrealidad. 8Los aspectos de la realidad se pueden ver en todo y en todas partes. 9Mas sólo Dios puede congregarlos a todos, al coronarlos cual uno solo con el don final de la eterni­dad.

4. Sin el Padre y sin el Hijo el Espíritu Santo no tiene ninguna función. 2No está separado de ninguno de Ellos al estar en la Mente de Ambos y saber que dicha Mente es una sola. 3El Espíritu Santo es un Pensamiento de Dios, y Dios te lo dio porque Él no tiene ningún Pensamiento que no comparta. 4El mensaje del Espíritu Santo habla de lo intemporal en el tiempo, y por eso es por lo que la visión de Cristo contempla todas las cosas con amor. 5Sin embargo, ni siquiera la visión de Cristo es Su realidad. 6Los áureos aspectos de realidad que brotan a la luz bajo Su amorosa mirada son vislumbres parciales del Cielo que se encuentra más allá de ellos.

5. Éste es el milagro de la creación: que es una eternamente. 2Cada milagro que le ofreces al Hijo de Dios no es otra cosa que la verda­dera percepción de un aspecto de la totalidad. 3Aunque cada aspecto es en sí la totalidad, no podrás saber esto hasta que no te des cuenta de que todos ellos son lo mismo, que se perciben en la misma luz, y que, por lo tanto, son uno. 4Cada hermano que ves libre de su pasado, pues, te aproxima más al final del tiempo al introducir una manera de ver sana y sanadora en la oscuridad, capacitando así al mundo para ver. 5Pues la luz tiene que llegar hasta el mundo tenebroso para que la visión de Cristo sea posible incluso ahí. 6Ayúdale a ofrecer Su don de luz a todos los que creen vagar en la oscuridad, y deja que Él los reúna en Su serena visión que hace que todos sean uno solo.

6. Todos ellos son iguales: bellos e igualmente santos. 2Él se los ofrecerá a Su Padre tal como le fueron ofrecidos a Él. 3Sólo hay un milagro, del mismo modo en que sólo hay una realidad. 4Y cada milagro que llevas a cabo contiene todos los demás, de la misma manera en que cada aspecto de realidad que ves se funde serenamente en la única Realidad que es Dios. 5El único milagro que jamás existió es el santísimo Hijo de Dios creado en la única Realidad que es su Padre. 6La visión de Cristo es el don que Él te da a ti. 7Su Ser es el don que Su Padre le dio a Él.

7. Alégrate de que tu función sea curar, pues puedes otorgar el regalo de Cristo, y no puedes perder el regalo que tu Padre te hizo a ti. 2Ofrece el regalo de Cristo a todo el mundo y en todas partes, pues los milagros que le ofreces al Hijo de Dios a través del Espíritu Santo te sintonizan con la realidad. 3El Espíritu Santo sabe el papel que te corresponde desempeñar en la redención, y también quiénes te están buscando y dónde encontrarlos. 4El conocimiento está mucho más allá de lo que te incumbe a ti como individuo. 5Tú que formas parte de él y que eres todo él, sólo necesitas darte cuenta de que el conocimiento es del Padre, y no tuyo. 6Tu papel en la redención te conduce al conocimiento mediante el re-establecimiento de su unicidad en tu mente. 

8. Cuando te hayas visto a ti mismo en tus hermanos te liberarás y gozarás de perfecto conocimiento, pues habrás aprendido a libe­rarte a través de Aquel que sabe lo que es la libertad. 2Únete a mí bajo el santo estandarte de Sus enseñanzas; y conforme nos haga­mos más fuertes, el poder del Hijo de Dios cobrará vida en no­sotros, y no excluiremos nadie ni dejaremos a nadie solo. 3Y de repente el tiempo cesará, y todos nos uniremos en la eternidad de Dios el Padre. 4La santa luz que viste fuera de ti en cada milagro que ofreciste a tus hermanos, se te devolverá. 5al saber que la luz se encuentra en ti, tus creaciones estarán allí contigo, tal como tú estás en tu Padre.  

9. Así como los milagros te unen a tus hermanos en este mundo, tus creaciones establecen tu paternidad en el Cielo. 2Tú eres el testigo de la Paternidad de Dios, y Él te ha dado el poder de crear en el Cielo los testigos de la tuya, la cual es como la Suya. 3Nié­gale esto a tu hermano, y estarás negando los testigos de tu pater­nidad en el Cielo. 4El milagro que Dios creó es perfecto, al igual que los milagros que obraste en Su Nombre. 5Cuando los aceptas, tanto tú como ellos dejáis de necesitar curación.
           
10. En este mundo, no obstante, tu perfección no tiene testigos. 2Dios conoce tu perfección, pero tú no, así que no compartes Su testimonio de ella. 3Tampoco das testimonio de Él, pues de la rea­lidad se da testimonio viéndola como una sola. 4Dios espera a que des testimonio de Su Hijo y de Él. 5Los milagros que llevas a cabo en la tierra son elevados hasta el Cielo y hasta Él. 6Dan testimonio de lo que no sabes, y cuando llegan a las puertas del Cielo, Dios las abre, 7pues Él nunca dejaría afuera y excluido de Sí Mismo a Su Hijo bienamado